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#8M 2020


Habían pasado cuatro años desde la primer marcha contra la violencia machista celebrada en la Ciudad de México. En este tiempo el número de asistentes se multiplicó al menos por 8. Aún cuando el Gobierno Federal y el Gobierno de la Ciudad habían sido renovados en 2018, la violencia machista no estaba ni cerca de controlarse.


Por el contrario, el enojo social crecía frente a la indolencia del auto proclamado Presidente feminista. A pregunta expresa en la conferencia de prensa Mañanera sobre qué acciones iba a tomar el gobierno respecto a la creciente ola de feminicidios que resonaban en ese momento como el de Ingrid Escamilla a quien su novio descuartizó y las imágenes de su cuerpo mutilado fueron filtradas a la prensa, o el de la niña Fátima la menor de siete años asesinada y abusada sexualmente, López Obrador pidió no desviar la atención de lo más importante para él en ese momento: la rifa del avión presidencial.


La indignación ante dicha respuesta motivó a que se convocara para el 9 de marzo a un PARO NACIONAL DE MUJERES: #El9NingunaSeMueve.


El domingo 8 de marzo más de 80 mil mujeres saturaron las calles de la Ciudad de México. La cita fue en el Monumento a la Revolución, el cuál se vio desbordado por la ola morada de miles de niñas, jóvenes, madres, abuelas, hermanas, que salieron a manifestarse en contra de la violencia machista, en contra del presidente machista, en contra de los feminicidios, en contra del acoso callejero, que en lugar de disminuir desde la primera manifestación, aumentó significativamente. En contra de la minimización que desde el gobierno se le dio a la situación de emergencia que se vive. En contra de la romantización del machismo por parte del Presidente de la República y del gobierno federal que difunde campañas contra la violencia en las que culpa a las mujeres de golpeadoras y a los maridos de víctimas.


La convocatoria superó todas las expectativas, hubo asistentes que marcharon junto con otros contingentes ante la imposibilidad de moverse entre las calles por las que no cabía un alfiler. Fue un domingo histórico para las mujeres de México. Nunca más contarán con nuestro silencio, calladita no me veo más bonita, no me calmo, eran algunas de las consignas que se leían en los carteles morados que llevaban las manifestantes.


Salir por Avenida de la República hacia Avenida Juárez nos tomó más de dos horas. Era un mundo de mujeres y niñas que aplaudían, gritaban, lloraban, cantaban. Salir a las calles a manifestarse es un cocktail de emociones.



La policía cerró el acceso al Zócalo por Francisco I. Madero, con vallas metálicas cercaron la calle. Mientras el contingente de mujeres avanzaba pacíficamente por Avenida Juárez un pequeño grupo de encapuchadas realizaban pintas en las vallas de metal que resguardaban hoteles, bancos y locales comerciales. A pesar del sol, de la multitud y del cerco policiaco, las manifestantes utilizaron vías alternas para llegar a la Plaza de la Constitución, no iban a lograr que nos dispersáramos, aún cuando llegaban rumores de que había revueltas en la Plaza de la Constitución, no nos dejamos intimidar. Cinco horas después de que salió el primer contingente, comenzaron a llegar las manifestantes al Zócalo de la Ciudad de México en donde se leían los nombres de más de 3,200 mujeres desaparecidas y asesinadas desde el 2016.


Histórico momento para las mujeres de la Ciudad de México que demostraron que juntas son más poderosas que separadas. Que son capaces de romper estigmas, que nunca más guardarán silencio ante el machismo.


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